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Visión del Director

Desde que era pequeño tuve un gran gusto por la lectura. Descubrí en las letras, mundos que comparados con mi imaginación, ninguna pantalla podría superar. Después de leer tantas palabras, a los doce años surgió en mí la necesidad de vaciar mi imaginación y contar mis propias historias.

 

Al llegar al último año de preparatoria, para un proyecto escolar, decidí escribir lo que sería mi primer libro (por suerte, nunca publicado). Escribí este libro con la firme intención de satisfacer ese sueño que alguna vez tuve de niño por ser escritor, pues para la mayoría de los adultos que yo conocía, los escritores se mueren de hambre.

 

Cuando comencé a estudiar la carrera de Comunicación y Medios Digitales, entendí que no todas las historias deben ser contadas forzosamente en libros. Comprendí que una historia se podía narrar por medio de una fotografía, una radionovela y hasta un comercial de televisión. Fue en ese momento que me di cuenta que estaba en el lugar correcto, pues al final, mi pasión era contar historias.

 

Pero no cualquier historia.

 

Yo estaba molesto con las películas mexicanas que contaban la vida de contrabandistas y hombres que acostumbraban resolver sus problemas con una pistola, pues yo no veía así a mi país.

 

Si bien, mis referencias eran más literarias. Yo quería construir historias más complejas. Con personajes más reales que tuvieran debilidades y deseos pero además, quería dotarlas de un toque fantástico y con finales siempre inesperados.

 

Soy creyente de que las historias existen ahí, esperando a ser contadas. El trabajo del escritor para mí, realmente es desempolvar esas historias y dejarlas contarse solas, pues cuando el creador toma un papel omnipotente con la capacidad de jugar con los personajes a su gusto, se pierde la verosimilitud de lo narrado.

 

El Beso de Sofía inicialmente fue un cuento corto que escribí, entregue en alguna clase y olvidé hasta hace tres años. En aquél entonces intenté llevar el cuento a la pantalla de la mano de dos grandes amigos, pero El Beso de Sofía nos quedaba muy grande para una producción de tres personas, que además, debía ser entregada en menos de dos semanas. Así surgió Instabiles, uno de los primeros cortometrajes que tuve el gusto de dirigir aunque al final, difería mucho del cuento original.

 

Actualmente se ha presentado la oportunidad de llevar la historia nuevamente a la pantalla, pero ahora cuento con un equipo de 13 personas súper talentosas, además del apoyo de profesores y profesionales de distintos campos del medio audiovisual, que me han ayudado a explotar la historia al máximo y al mismo tiempo desempolvar todo lo que Sofía tiene que decirme.

 

El Beso de Sofía es la historia de un fatídico amor platónico. Santiago es un introvertido asesor telefónico de mediana edad que, llevado por la rutina, está insatisfecho con su vida. Un día, él se encuentra en una cafetería a Sofía, de quien se enamora a primera vista. Pero hay un problema; Sofía es la modelo de la nueva marca de café “El Beso de Sofía”  y vive dentro de un póster. ¿Qué pasará cuando Santiago escuche a Sofía llamar a su puerta?

 

Este cortometraje cuenta una provocadora historia para todas aquellas personas que creen en los amores imposibles, pero también, para todos aquellos que siguen esperando a ese amor ideal, lleno de pasión y locura. El beso de su propia Sofía.

Iván Martínez.

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